Abro la puerta, el viento me da en la cara, me despierta, me pone alerta. Es domingo y pronto (concretamente las nueve y media de la mañana), nada más bajar el escalón de la cera visualizó a dos señoras mayores que pasan por mi lado; un flamente coche azul, un Ibiza, me encanta su visión. Cruzo la calle como no es debido, me espero a que pase el coche para que no me atropelle, pasó por delante de la churrería (nunca me detengo a oler porque huele a fritanga), hay un par de hombres sentados; me paro a pensar que los hombres que pasean a sus perros los domingos suelen ir sólos en un 99%, además, los calvos no llevan gorra, los peludos sí, los calvos, deduzco, deben de tener la mente muy fría. Cruzo la acera (por donde no es debido) me saludan Cong, Sonar y los demás, llevan ahí desde hace bastante tiempo, inmóviles, opacos, al principio despertaban miradas de curiosidad, ahora su visión es rutinaria, aunque a mi me siguen causando una sensación de... no sabría describirlo.
3 comentarios:
maaaaaaaaadre mía.
jajaja q bueno lo de los calvos, los peludos y las gorras
el mundo en contradicción!
¡A mí me ocurre lo mismo contigo!
Debe ser bueno. :)
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